NIGER
Vacaciones, siesta, gazpacho, noche, mar, bosques,
mosquitos, calor... y NIGER.
Mientras dormimos la siesta, mientras tomamos el sol
Niger se muere de hambre !
Níger: hambre a cambio de desarrollo
El sistema de seguridad alimentaria nigerino ha sido diseñado para desarrollar el comercio. Ante la crisis actual, está demostrando anteponer los criterios económicos a la salud de la población. Jean-Hervé Jezequel, investigador de ciencias sociales, ha estado en Níger analizando el ‘Plan de Acción’ nacional
¿Cuál es la política de prevención y gestión de las crisis alimentarias en Níger?
Sin afán de detenerme en el pasado, antes de los años ochenta existía un estricto sistema de contención de precios sobre los productos alimenticios. La OPVN (oficina de productos alimenticios de Níger), impuso controles de precios a los comerciantes, a veces, con el apoyo de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Durante los ochenta, las políticas de ajuste estructural condujeron al Gobierno de Níger a desmantelar este sistema, que se veía obstaculizado por las fuerzas de mercado. Para sustituirlo, los principales financiadores institucionales (Francia, Unión Europea), las agencias de la ONU (PAM, FAO…) y el Estado se unieron en 1988 para desarrollar un nuevo mecanismo de seguridad alimentaria, llamado Plan de Acción, que fue dotado con reservas para la seguridad nacional y con un fondo de intervención. En 2000, en la Estrategia Operacional para la Seguridad Alimentaria (SOSA) se detallaba la filosofía del Plan de Acción y se enunciaban los dos principales objetivos: la constante mejora de la seguridad alimentaria y la prevención de crisis, y la gestión de las crisis alimentarias. La SOSA señala que ninguna de estas metas debe priorizarse sobre la otra; una política a largo plazo, en relación al desarrollo, y una asistencia a corto plazo son consideradas complementarias. También especifica que “la seguridad alimentaria es una servicio público”. Esto es lo que se dice por escrito, pero la realidad sobre el terreno es bastante distinta.
El sistema de seguridad alimentaria favorece el largo plazo frente al corto plazo, el desarrollo frente a la ayuda, el mercado frente al servicio público
¿Cuál es la respuesta a la actual crisis alimentaria?
No exageraríamos si dijésemos que están respondiendo a una situación de crisis construyendo diques para los cultivos de regadío. Las estrategias que se utilizan son las del desarrollo, a menudo inapropiadas para una situación de crisis como la actual. Por ejemplo, los bancos de grano que fueron creados a toda prisa apenas tienen fondos; el capital prestado al principio no puede reembolsarse. El Plan de Acción también utiliza las ventas a precios reducidos, pero el volumen claramente no basta para tener un impacto real en el mercado y, por consiguiente, ha resultado ineficaz a la hora de reducir el precio del mijo. Además, estas ventas no facilitan el acceso a alimentos a las personas que están en más alto riesgo. ¿Qué significa vender a precios reducidos? En la práctica, obliga a los campesinos a comprar un saco de mijo al doble del coste de producción, o sea, al precio subvencionado de 10.000 francos CFA frente a los entre 4.000 y 6.000 francos CFA que costaba en octubre. Pero continúan con estas medidas porque la ayuda de emergencia, es decir, distribuciones gratuitas, se considera de último recurso y se muestran reacios a utilizarla.
Esa así como a principios de junio, en una reunión de la Comisión Conjunta para Consultas –el órgano responsable del Plan de Acción, que incluye representantes del Estado y de los financiadores institucionales–, el Gobierno de Níger declaró que, a pesar de la gravedad de la crisis alimentaria, no se pondría en marcha ninguna operación de distribución gratuita. La única reacción política por parte de los financiadores institucionales vino del Embajador de Francia, que se mostró satisfecho de la existencia de una “política que no desestabilice los mercados”. El ambiente era casi surrealista: ignorando la situación de emergencia alimentaria, sin lugar a dudas, se antepusieron las consideraciones económicas ante la suerte de una población en peligro. Para colmo de la ironía, este mercado está completamente desestabilizado por poderosos especuladores, muchos de los cuales están íntimamente relacionados con las autoridades en el poder.
© Anne Ybeze Ampliar
En definitiva, la seguridad alimentaria, tal como se aplica en Níger, favorece el largo plazo frente al corto plazo, el desarrollo frente a la ayuda, el mercado frente al servicio público. Elige abandonar a la población de hoy, alegando estar preparando protección para las generaciones futuras. Con frecuencia, en las embajadas y entre los representantes de las organizaciones de la ONU, se oye que la desnutrición tiene una causa cultural: en Níger, los niños no cuentan, se les descuida y ello hace que estén mal alimentados. Como prueba de lo contrario, uno sólo tiene que visitar el CRENI (Centro de Nutrición Terapéutica Intensiva) de MSF en Maradi y observar las relaciones entre madres e hijos. Tal como las agencias internaciones y el Gobierno están enfocando la situación de seguridad, uno se pregunta quién está realmente descuidando la suerte de los niños en Níger.
¿No se supone que el sistema de alerta temprana debe hacer un seguimiento del estado de salud de la población?
La ayuda de emergencia, es decir, distribuciones gratuitas de alimentos, se considera de último recurso y se muestran reacios a utilizarla
¡Pero no es el estado de salud de la población lo que se está siguiendo de cerca, sino el déficit de grano! ¿Por qué sino existen cifras exactas sobre el déficit de grano, mientras que no hay cifras de la cantidad de niños desnutridos y su localización? La información sanitaria ha sido prácticamente inexistente desde que USAID (Agencia de los EEUU para el Desarrollo Internacional) dejó de prestar su apoyo al Sistema Nacional de Información Sanitaria en 1997. ¿Hasta qué punto esta falta de datos refleja una falta de interés de la comunidad internacional y el Gobierno del país por su población? Todo lo que puede decirse es que los recursos se centran en la medición de la producción de grano y en la situación del mercado, y no en el estado de salud de la población. Además, lo uno necesariamente no tiene por qué ser representativo de lo otro. En primer lugar, la desnutrición depende en parte del acceso a la atención sanitaria y no solamente del acceso a alimentos. En segundo lugar, el precepto básico es que la crisis está vinculada a las malas cosechas, pero la realidad es mucho más compleja. En tercer lugar, debemos recordar que determinar el grado de vulnerabilidad tiene implicaciones políticas, puesto que la ayuda alimentaria va a depender de ello. Todas las aldeas quieren asegurarse de que no se las pasa por alto. Por este motivo, las zonas vulnerables, así como las fechas de las intervenciones, se definen basándose en criterios que no son estrictamente relevantes… Este año, las ventas a precios reducidos empezaron en noviembre, un mes antes de las elecciones presidenciales. No es por casualidad que las poblaciones de las zonas rurales llamen a esta ventas “la operación presidencial especial”.
Si esta crisis no se debe únicamente al déficit de grano, ¿qué está pasando?
Es algo muy complicado y, por tanto, cualquier respuesta que demos será parcial. No es matemático que las aldeas con las peores cosechas sean las que tengan menos recursos. Por ejemplo, en la parte norte de la zona agrícola y ganadera, la migración a zonas urbanas supone una fuente significativa de ingresos que se añade y, a veces, incluso sobrepasa la de la producción agrícola. Son estos ingresos provenientes de la migración urbana los que sacan al país adelante en tiempos de escasez. La interrupción de la migración hacia Costa de Marfil y Togo podría tener consecuencias directas para la situación alimentaria de estas aldeas. ¡Esta crisis no empezó en 2004 con las malas cosechas! En toda la parte sur de la zona agrícola, especialmente en la región de Maradi, los campesinos venden una parte de su producción al final de cada cosecha, hacia el mes de octubre. Es su principal fuente de ingresos para tener algo de dinero para bodas, ropa, vida social en general, etc. Pero cuando las reservas escasean entre junio y septiembre, a menudo tienen que comprar mijo a precios más elevados, precios que en estos días están por las nubes. En el mes de octubre, un saco de 100 kilos de mijo se vendía entre 4.000 y 6.000 francos CFA; este año, en junio, ha subido hasta los 23.000 francos CFA en los mercados. El poder adquisitivo ha disminuido, pero como el mijo es un alimento indispensable en la dieta de la población, los agricultores no tienen otra elección que endeudarse. Ésta es la razón por la cual han vuelto al trueque: un saco de 100 kilos recibido ahora, a cambio de cuatro o cinco a devolver en la próxima cosecha –¡un interés del 400-500%!–. El fracaso de la política de desarrollo, combinado con la especulación en el mercado del grano, acarrea deudas para todo un segmento de población. La falta de alimentos no depende solamente de los recursos que, a su vez, no dependen solamente de la producción agrícola.
Tal vez el Plan de Acción no niegue explícitamente la ayuda a las poblaciones que sufren las consecuencias de esta crisis, pero la realidad es que prioriza la política de desarrollo y no la asistencia a corto plazo. Por temor a que la ayuda a las víctimas de la crisis alimentaria pueda entorpecer la creación de un sistema de mercado eficaz, el Plan de Acción se muestra reacio a utilizar medidas como la distribución gratuita de alimentos.
http://www.msf.es/noticias/emergencias/ngerseguridadalimentaria.asp
