miedo al miedo

El miedo hace huir o paraliza.Nos hace invisibles, manipulables, nos anula. Si somos capaces de no sentir miedo seremos ENORMES. No podran con nosotr@s y ell@s lo saben. La cuenta atras para un mundo màs justo y humano ha comenzado.

20 junio 2006









Las palabras es la más temida de las armas para los violentos. Los asesinatos de Gandhi, de Luther King y de muchos desconocidos pacifistas, muestran cómo para los violentos ser pacifista es una de las peores amenazas. Pareciera que no armarse llena de debilidad al violento. Pareciera que la acción pacífica cuestiona hasta lo más profundo del espíritu guerrero. Pareciera que silenciar a aquel que sabe de solidaridad y amor es una oscura estrategia.

Pero si las armas, la muerte y el silencio son los medios de sometimiento que los violentos tienen como su mayor tesoro, la palabra, como expresión de la razón y esencia de la comunicación humana, es para los pacifistas el único camino para lograr la vida en comunidad, en sociedad.

A los humanos nos une el lenguaje. De su mano la inteligencia se desarrolla, avanza y construye. Como humanos somos posibilidad de comunicación, de interacción, de intercambio.

Nos hacemos humanos en nuestra relación con los otros y con ellos ampliamos el sentido de la vida. Sólo en el diálogo entre seres se puede descubrir una sociedad pacifista. Una sociedad sin violencia. Se puede afirmar que esa sociedad no ha existido nunca, pero no poderlo soñar es tan inhumano como creer que la violencia es la única salida; que el dolor producido en la guerra y el horror es superado por el tiempo; que la víctima y la tragedia se diluyen en el olvido; que la resignación ante la muerte de inocentes es renuncia a una sociedad pacífica. No podemos seguir creyendo que la muerte violenta de tantos seres humanos es humana. Aceptarlo es eliminar de tajo la posibilidad de vivir humanamente.

Del dolor no puede surgir sólo odio o deseo de venganza o resignación. Tiene que surgir una potencia humana, pacifista, que sea capaz de conmover a los violentos. Que sea capaz de transformar su sed de muerte, en deseo de justicia. Una potencia cuya única arma sea la palabra. La palabra, tanto como la paz y la política, tiene la misma inicial en nuestro idioma. El que se arma renuncia a la palabra, renuncia a la política, renuncia a la paz. Las razones para armarse no pueden seguir siendo las razones para asesinar; tampoco las razones para llegar a lo más profundo de la miseria humana, ni las razones para defender privilegios o injusticias. Si los hombres luchan por la justicia, esa lucha debe ser pacífica, debe ser política. La dignidad humana está por encima de cualquier opción de lucha. El respeto por la vida de un solo individuo es el respeto por la humanidad. Como afirma Kofi Annan:

"Un genocidio empieza con el asesinato de un solo hombre: no por lo que él ha hecho, sino por ser quien es. Una campaña de limpieza étnica empieza con una sola pelea entre vecinos. La pobreza empieza cuando a un solo niño o niña se le niega el derecho fundamental a la educación. Lo que comienza con el fracaso por mantener la dignidad de la vida, con mucha frecuencia termina en una catástrofe para naciones enteras".

03 junio 2006











" DAME LA PALABRA PAZ "


Dame una palabra

y la soñamos.

Dame una palabra

y la compartimos.

Dame una palabra

y la estiramos

y la estrujamos

y la partimos.

Dame una palabra

y la reconstruimos

y la multiplicamos

y le buscamos amigas.

Dame una palabra

Dame la palabra PAZ

y la buscamos

y la alcanzamos

y la cumplimos.